Ghazal Ghazi
Incluso la historia es un animal que se devora.
A veces me mira en los ojos y me dice que el olvido lo persigue.
Nosotras juntamos las palabras que fuimos y quemamos los trajes de hembra.
Si eres de nuestro linaje, conoces el fuego y sabes arder.¹
Primera Semana: Irán (los todos, jamás, siempre, ningunos, nunca)
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¹ “La frontera desemboca en ti”, de Ghazal Ghazi.
Aunque pocos creían la excusa, se supone que a largo plazo las cámaras reemplazarían las patrullas de la Policía de la Moralidad (Gasht-e Ershad), que lleva detenidas a personas por la manera en que se visten. Este acto se debe a un código de vestimenta no singular y mal definido, cuya aplicación e imposición es caracterizada de una manera aleatoria e inconsistente. Más bien, las cámaras son cómplices en el aumento de la vigilancia y el control invasivo y constante del Estado sobre la vida cotidiana, tanto de mujeres como de hombres, teniendo en cuenta la forma en que se visten y se relacionan en los espacios públicos. Tras la captura de una imagen digital de personas que no siguen las leyes de vestimenta, son rastreados sus automóviles o teléfonos para luego labrarles una multa: el neo-ciber-facismo de un gobierno teocrático fundamentalista que lleva cuarenta y cuatro años en el poder, donde el patriarcado se enraiza sistemáticamente en las leyes y en la estructura.
Durante las protestas que formaron parte de la revuelta social tras la muerte de Mahsa Jina Amini en custodia policial en septiembre de 2022, los manifestantes empezaron a cubrir las cámaras de vigilancia pegando sobre ellas una toalla higiénica. Resulta una imagen divertida, pero sobre todo es un acto práctico, un acto de protección y amor por unx mismx y por lxs otrxs, por el pueblo en rebelión, en luto. Un pueblo vigilado y encarcelado en prisiones como Evin, en Teherán, conocida como la casa de intelectuales, estudiantes y artistas (debido a la cantidad de presxs políticxs en sus entrañas). Hay tanto que no se sabe: ¿dónde están lxs desaparecidxs? ¿Quién le pegó a Mahsa Jina Amini de manera tan brutal que cayó en estado de coma y posteriormente murió? ¿Dónde están lxs miles de presxs políticxs ejecutadxs en 1988? La borradura de archivos es parte de la violencia. Y si el poder nos vigila con sus cámaras para (re)crear su hegemonía a través del uso de la imagen, convirtiéndola en prueba acusatoria, se puede entonces intervenir los archivos del poder, el silencio y la violencia del archivo.
Acaso hay forma de hablar de Irán, de su actual régimen, la violencia estatal, el golpe de estado estadounidense-británico de 1953, la historia colonial que impuso la heteronormatividad y el género binario occidental sobre la región entera, donde existían por siglos prácticas y costumbres y categorías queers, una región que hoy en día recibe el estereotipo de ser el lugar donde más se vive la violencia machista y homofóbica, ignorando así historias interseccionales y cruzadas. Es casi imposible hablar de Irán o del Medio Oriente sin que alguien termine diciendo inevitablemente –todos pero todos los hombres iraníes son cerdos, todos pero todos los musulmanes son machistas, el Islam es siempre, es jamás… Todo el Medio Oriente es… tantos todos entre tantos siempres y nuncas.
Segunda Semana: Diáspora
A pesar de los nervios, hay momentos en los que experimento el agradecimiento. La noche antes de los calambres suben las emociones y pensamientos reprimidos, materializando así una mayor comprensión que me impulsa a crear, a escribir o pintar. En el cuarto día de mi ciclo, suelo experimentar el preciso momento cuando las hormonas bajan y la claridad vuelve como una ola que me limpia y renueva. A pesar de la mayor sensibilidad emocional de la semana anterior, he aprendido a observar los cambios con más desapego, y en estos días con un grado de agradecimiento al ver la sangre, dado a que el país donde vivo, Estados Unidos, ya no garantiza el derecho al aborto y ha empezado a criminalizar a médicxs, pacientes y a toda persona que ayude a obtener acceso al aborto.
Si menstrúo en compañía de mi abuela, siempre pasan las mismas cosas. Cuando me llega la regla y me doblo del dolor, quejándome de los calambres, ella me prepara un té negro con cardamomo y agrega un pedazo de azúcar en piedra teñida de amarillo por el azafrán. Todos los ingredientes tienen propiedades que calientan el cuerpo, basados en la medicina tradicional y ancestral de Irán, práctica que se remonta siglos atrás hasta Ibn Sina del s. X. Después de preparar el té, mi abuela me cuenta que cuando era joven salía a acostarse afuera para que el calor del sol le aliviara el dolor. Aun así, después del té y la anécdota del sol, a menudo me quejo porque ya conozco el juego y sé qué viene —ella me mira a los ojos con una sonrisa tremenda y me dice que los calambres desaparecerían si tan solo encontrara un esposo—. Terminamos en carcajadas. Nunca le he preguntado a qué se refiere específicamente: ¿a los orgasmos que otorga el sexo y que alivian los calambres? ¿O quizás quiere decir que los calambres disminuyen después de un parto, algo que según la tradición sólo debe ocurrir siguiendo un cierto orden, que exige un marido primero e hijos después? Sin dudas, tendría que ser un poder secreto otorgado específicamente a los maridos.
A veces me quejo de los calambres solo para escuchar esta broma. Las risas en sí me hacen olvidar del dolor. Hablamos de los esposos imaginarios y reales. Pienso en el esposo que tenía ella, que la amaba con devoción y ternura y quien me regaló tanto amor. Era un musulmán devoto y juntos visitaron la Mecca diecisiete veces. Sigue vivo en estas frases en las que lo escribo, un espacio sagrado, una existencia diaspórica en el territorio del lenguaje, un lugar que quiero proteger, mantener puro y aparte del resto, de todo lo ajeno que vino antes y después, protegerlos como me protegían a mí cuando era la niña pequeña de una mujer divorciada en Teherán.
Tercera Semana: Chile, Francia, Italia (el archivo y la historia en memorias espirales)
Yo estaba menstruando cuando ocurrió la violación. Tenía 24 años. El violador era un hombre que conocía, un pintor como yo. Llevábamos unos meses saliendo y andábamos de viaje en Francia. Recuerdo la mañana siguiente, cuando me encerré en el baño y la sangre menstrual comenzó a caer por mi muslo. Él no era ni musulmán, ni iraní, ni de Medio Oriente, de donde se supone que proviene el salvajismo masculino. Era un muralista chileno y más tarde me enteré de que había abusado de muchas otras mujeres a lo largo de los años. Su arte llevaba una carga política izquierdista y progresista y de algún modo se “colgaba” del trabajo de sus parejas, resultando no solo en un extractivismo intelectual sino también en una forma de lavar su imagen y ganar confianza. Imposible saber los nombres de todas las mujeres violentadas. Nadie sabe qué hacer con este linaje que se remonta décadas en tiempos espiralados. La borradura es parte de la violencia; sangre derramada sobre y debajo la Historia del Arte, donde existe otra historia silenciosamente vacía de archivos y al mismo tiempo llena de mujeres ensangrentadas a la sombra de hombres venerados como genios y dioses.
Dado que la memoria siempre ha sido un terreno de disputa, la forma en que se define, se oculta, se censura o se utiliza siempre ha ocurrido dentro del trama de poder, y el poder no solo ha determinado los archivos que existen sino también los que no pueden llegar a existir. Estos vacíos, espacios de ausencia, es lo que bibliotecarixs y archivistas llamamos “silencios archivísticos”.
Es por esto que la Historia del Arte resulta incompleta, llena de silencios donde existen pocos archivos que retratan la historia de las mujeres. En la época moderna está el registro de la artista francesa Dora Maar, abusada como tantas otras por Pablo Picasso. Los archivos de la Edad Premoderna y la temprana Edad Moderna son más escasos. Sin embargo, una de las voces que suena desde el abismo es la de Artemisia Gentileschi, pintora barroca italiana del s. XVII violada a los 17 años por otro artista, Agostino Tassi, quien además de ser su maestro era amigo de su padre. La tortura física a la cual fue sometida Artemisia durante su juicio servía entonces como una forma de comprobar la veracidad de su testimonio: envolvían nudos alrededor de sus dedos y los apretaban, los mismos dedos que usaba para su oficio, y que usaría después para pintar su Autorretrato como alegoría de la pintura y su famosísimo Judit decapitando a Holofernes, mejor y más poderoso incluso que la misma escena pintada por el maestro Caravaggio, dado a que la Judit de Artemisia se muestra con prominente musculatura y energía mientras decapita al general enemigo Holofernes para que no pueda atacar a su pueblo. Frente a tantos archivos mudos, Artemisia nos da su nombre.
Cuarta Semana: Un par de días esta mañana (una mañana llena de otras mañanas)
Sabemos de Artemisia porque sus obras de heroínas y mujeres protagonistas perduraron cuatro siglos de historia, sabemos de ella por el poder e intelecto que permanecen en sus obras. También sabemos de la tragedia que vivió porque las 300 páginas de los documentos de su juicio están en el Archivio di Stato di Roma, los archivos del estado de Roma. Pero hay tanto y de tantas que no sabemos.
Historiadores, archivistas y bibliotecarias trabajamos con estos silencios y las relaciones entre el poder, la imagen y la palabra. Hay un tono de silencio que existe tras la borradura de archivos, y otro que habita los huecos y vacíos entre los archivos. Los documentos que fueron destruidos y los que jamás existieron, los que existen pero que son manejados por el uso interesado del poder, todos estos requieren un trato diferente y sensible que reconoce con sutileza las distintas heridas de la memoria, la memoria como una entidad viva, que habita y traspasa la sangre, algo que sobrevive al presente pues el presente es siempre mortal. A veces el presente ni se pertenece a sí mismo, como cuando es invadido por el pretérito en la mesa de desayuno, una mañana llena de tantas otras mañanas. Transito cada mes por las curvas de la espiral de tiempo que remontan siglos por los linajes donde fluye y ha fluido mi sangre —el linaje familiar e iraní, el linaje diaspórico, el linaje de las artistas y el linaje colectivo milenario donde la sangre y la memoria no solo son compartidas sino complicadamente enredadas una sobre la otra, atravesando así tiempos y espacios multidimensionales y no lineales: un tejido esencialmente complejo, fluido y orgánico donde la memoria habla, aun frente a los archivos mudos.
Ghazal Ghazi
Poeta, ensayista, artista plástica y bibliotecaria. Nació en 1990 en Teherán, Irán. Ha vivido entre tres regiones geográficas: medio oriente, EE.UU. y Sudamérica. Graduada en Estudios de Género en la Universidad de Arizona (EE.UU., 2011), certificada en estudios de medio oriente, en lengua y literatura española y persa. Recibió su Magíster en Ciencias Bibliotecarias en la Universidad de Oklahoma (EE.UU., 2022).
Su primer poemario, La frontera desemboca en ti, fue publicado en Guatemala en 2019 por Cafeína Editores. Como artista plástica trabaja primariamente en pinturas al óleo y con cerámica.