
Texto de Florencia Smiths leído el 21 de febrero de 2023 en la presentación del libro Aullido en la vereda, de Susy Shock, en Casa Taller Teatro Sur, en Santiago de Chile.
Registro audivisual de Registro Contracultural.
Lenguaje tocar es lenguaje decir
Susy Shock
¿Es este texto un shock o Susy es un aullido? Se entrecruzan las palabras, los campos semánticos, entro en este libro como quien entra a un bosque nativo. No sé con cuántas raíces me voy a encontrar, no sé cuántas especies de afectos, memorias y caminos se abrirán, y esa hermosa duda se acrecienta a medida que me sumerjo. Hay tantas raíces en esta escritura como tantas hablantes hay en esta poesía móvil, poesía que en el presente se escribe desde las que preceden, las que están y las que ya no. ¿Cuántas manos acompañaron a Susy en cada poema tallado en estos árboles? ¿Cuántas voces emergieron sobre la de ella a medida que se desplegaba su amor, su furia, su erótica, su grito político en el camino de esta caligrafía? Quizás tantas como instrumentos y tonos ha alcanzado desde que comenzó a componer su música e imaginario sudaka trans.
Judith Butler, en una entrevista para UNAM (1), afirma que “más allá de que nuestro género esté o no determinado de antemano por fuerzas sociales, todes tenemos el derecho de vivirlo en público, sin temor a la discriminación y la violencia” y, más aún: “reivindicar quienes somos”, con todo el camino que eso conlleva, “es un acto performativo en el lenguaje”. Esa toma de la palabra, así como la apropiación del agravio para (en palabras de Susy) “dejar sin defensa al enemigo”, es un acto performático y político fundamental, puesto que desde la cultura patriarcal dominante “ni la medicina, ni la ley, ni el psicoanálisis reconocen el derecho a la palabra, ni la posibilidad de producir discurso” al cuerpo trans o cuerpo de género no binario (2). Y qué terreno si no la poesía donde sembrar y expandir las luchas, donde regar con el agua de la belleza y el furor aquello que necesitamos con urgencia que perviva y se expanda como un polen verdad.
En la poesía de Susy Shock se ponen en cuestión todas las hegemonías, se desarman los binomios acerca del género, del sexo, de cuerpxs que durante diversas épocas de la historia (que siempre es la de los vencedores) han sido improductivxs, invisibles, explotadxs, acatadxs solo para configurar las estadísticas que firma la muerte. El texto comienza con un manifiesto del 2011 (3) llamado “Yo, monstruo mío”, en donde la hablante remarca su existencia, su deseo, su estar fuera de toda categoría fundante y canónica, donde los roles sociales y familiares provenientes de la religión, las leyes, el arbitrio de la lengua colonizadora, revientan frente a la urgencia de esta reivindicación: ser un monstruo y que “otros sean lo normal”. Si tanto las categorías de género e identidad han sido ampliamente resignificadas desde sectores estancos o establecidos como la universidad, nuestra hablante recalca con claridad su “noble ejercicio”: el mutar, el derecho a explorarse y a reinventarse -desde la imprevisibilidad del clima- “las hormonas / las ideas / las cachas / y toda el alma”. Enfrentamos, por tanto, un lenguaje de resistencia que se emparenta en este sentido con la poeta travesti chilena Claudia Rodríguez, quien busca nombrarse en la poesía como condición política. Ella también enuncia su monstruosidad, aunque desde otro lugar: “Holliwood destruyó la ilusión de mi infancia. Siempre los malos de las películas morían o quedaban tullidos, ninguno se salva de su cruel destino. Cuando vi morir a King Kong, supe que era a mí a quien la industria estaba matando. No se puede ser tan grande, tan fea y vivir en el centro de la ciudad” (4). Ahora, desde otro sentido también, cabe citar la poética de la escritora y performancista chilena Elizabeth Neira, quien desde el año 2003, fecha en que aparece su primer libro, Abyecta, ha sostenido un trabajo de escritura que se expande hasta la experiencia del cuerpo (en el quehacer político de la performance, el happening, la visualidad y la música), pero sobre todo en la indagación del deseo y del cuerpo femenino, y en el registro de ciertas capas culturales, a decir de Diamela Eltit, que se condensan en un cuerpo “nunca pasivo, ni ajeno ni anestesiado”, para dar cuenta de una “consistente poética del malestar” (5).

Ahora bien, y prosiguiendo con el hilo del filósofo y escritor trans español Paul B. Preciado, respecto del monstruo y su discurso elaborado frente a tres mil quinientos psicoanalistas, plantea que, como cuerpo tipificado desde la ciencia, solo los subalternos tienen identidad, frente a la universalidad del cuerpo normal, hegemónico, blanco, burgués, binario (5) y que esa universalidad es estanca, rígida, no admite cambios. En este sentido, la sujeta de la poesía de Aullido en la vereda cuando ama -o en presencia de un otrx con quien se une-, declara: “cuando fundidos ya no sabemos quiénes somos / solo los tantos que fuimos (…)/ lo infinito que podemos llegar a ser”. Aún más, en “Mi cuerpo es mío” no solo hay una doble posesión del cuerpx trans, amenazado por la desaparición, violencia o muerte, sino que se plantea como una única frontera, es decir, un territorio político y afectivo que únicamente se puede cruzar a través del afecto o el consentimiento. También es un nido, agua, río, es decir, geografía somática donde el mandato blanco no devastará. Es hermoso cuando en el cierre afirma que es su danza y su maremoto y su sal. Da la impresión de que es, entonces, movimiento, sentido, armonía y a la vez catástrofe y protección: “No te lo adueñarás”.
Encontramos, por otra parte, dos poemas referentes a lx escritorx Pedro Lemebel, en el decir de Susy, “reina de la pluma”. Uno es el poema “Pedra”, en donde cuentan los pasos por cada una de sus muertas, las carentes de bailes y cordilleras, esto es, las que ya no están, y a quienes han vengado “a pura guerrilla de letras”. Se trata del legado que continúa vivo a través de la memoria trans latinoamericana, y a quien rinde honores en el cauce de los afectos y el arte. El otro es “Al borde del borde”, desde donde nace el título de este primer libro editado en Chile, un aullido, porque el grito es humano, en la vereda, no en el centro de la gran vía, de la libertad. Hay un aura que me recuerda al manifiesto de Lemebel “Hablo por mi diferencia”, más que nada en lo de “O te pensás que somos menos / o aportamos nada, / si le estampamos mariposas revoltosas a la cara del Che” , dialogando con estos versos: “¿Van a dejarnos bordar de pájaros / las banderas de la patria libre?” (6). Ambxs hablantes se rebelan contra el sumo respeto hacia el guerrillero o el símbolo patriótico, interviniéndolos con mariposas o pájaros, es decir, agregando a dichos emblemas el sello colibrí. Se habla del bordar o estampar, es decir, intervenir con una hebra, grabar sobre dichos íconos los colores y movimientos de un género ave, categoría maravillosa que la poeta propone en alternancia a las binarias femenino/masculino. (Gracias, Susy, por terminar con “¡Viva Chile, mierda!”, aunque agrego: Chile no vive, agoniza en el sueño neoliberal).
Un punto alto de esta compilación poética, a mi juicio, es “Madres y abuelas travas”, texto en donde se realiza un parangón entre la lucha de las Madres de Plaza de Mayo, que buscan a sus hijes o nietxs, con la de la comunidad trans ante la desaparición o muerte de personas o niñes tales. Es una crítica a la izquierda como cultura patriarcal que no admite el cambio y que tampoco suma otras reivindicaciones, y peor, continúa asentando y reproduciendo valores hegemónicos como la familia nuclear y sus mandatos sobre otrxs cuerpxs diversxs.
La urgencia poética y vital de hablar del deseo en esta voz trans y su erótica es directa hacia lxs lectores y subyace a todo el poemario. Desde el inicio, en su manifiesto, la sujeta que enuncia se declara “amazona de mi deseo”, es decir, mujer cazadora que, según el mito griego, solo admite dentro de su comunidad a los hombres cada cierto tiempo para que no se extinga su raza. Mujer heroica. Mujer dueña de su potencia. Los elementos del deseo se despliegan en el poema “Sin título”, cito: “lágrimas, sudor, gemido, ardor”, elementos que provienen del mar de formas de cuerpxs amantes, de manos que “nunca serán binarias”. A veces, el cuerpo del deseo es vía pública como en “Mirar”: ya no está escondido ni silenciado. Otras, es también un cuerpo frondoso como un parque (“mirar las macetas floridas de tu parque”) e incluso, puede ser un ojo que admite la vehemencia del observar al otrx con inocencia: “ojos de niña / alucinada de mirar” sabiendo que el olvido cruza rápidamente el afecto, aun así, mirarlo desde un cierto estado de pureza. En “Aire” asistimos a la relación entre boca y sed, hay un dar de beber, una intensidad que carga hasta el aire.
El deseo en este cuerpo de poemas late, invade no desde la conquista, invita, el amar es una fiesta, enciende al significante hasta lograr tocarnos, porque “lenguaje tocar es lenguaje decir / y más hacer” (“Cortito”). En cuanto a la boca deseante, el beso es provocación, se ejecuta en espacios negados para los labios travestidos, “frente al rostro del guarda”, “en la puerta de la catedral”, “en las plazas donde todavía te matan”. Se erige como un acto también de reconstitución por todos esos besos “negados, cercenados, mutilados” y a su vez, se levanta en su naturaleza salvaje, llegan incluso a “rajar la tierra”.
En palabras del poeta trans chilenx Jota Elmes, para una entrevista en el marco de la Feria del libro de Ñuñoa (7), la mayor potencia del deseo es que permanece insatisfecho y móvil todo el tiempo. Posee a su vez, una capacidad enorme de improvisación, al igual que la escritura. El deseo moviliza y se puede dialogar con él a través de la poesía. Además: ambos -escritura y deseo- abren el mundo, nos hacen sentir infinitxs. Y esas apreciaciones, pienso, dialogan justamente con esta escritura aullido rayo.
La madre ocupa un lugar de morada y también es abismo del deseo. En el poema “Reentierro” asistimos a aquello, un hecho ya sucedido, la sujeta que enuncia viene del cementerio de “enterrar nuevamente a su madre, que murió muerta de tanta muerte”. En este nombrar tres veces interpreto que el sesgo morir es tal en pueblos originarios, que son los pueblos desde donde Susy nutre su folclor, su música y su poesía, que no basta una sola enunciación. Consabido es que dichas naciones han sido devastadas y asesinadas por los Estados capitalistas y patriarcales, sean europeos o de nuestro continente. A esta madre que ya no aparece se le agrega “tierra arriba” para “que crezca la montaña que la cobija”. Hay un rito de volver a echar tierra, “las flores nunca estarán secas”, es decir, su cuerpo será el abono para que, al fundirse con la naturaleza, pueda resurgir encarnándola. En los pueblos andinos y Mapuche, por ejemplo, lxs muertxs siguen siendo parte de la comunidad, la muerte es parte de la vida, no está separada ni se cubren los cuerpos con césped higiénico como en los parques burgueses. La sangre es fertilizante para la tierra que la recibe y representa la vida y la esperanza. Lxs muertxs siguen estando aquí, no se los entierra lejos de su comunidad, pues es necesario en ciertos momentos estar con ellxs para que protejan a los suyxs. A esta madre se le visita con cantos y danzas de niñes, la música es fundamental. Por otro lado, en el poema “Sin título” cierra con ser “madres tierra de nuestro abismo”, cuando antes habla de un encuentro amatorio en donde se le pregunta al otrx si se acuerda de cuando se “lloraron el cuerpo”, el ardor, hasta convertirse en madres tierra de ese deseo, de ese encuentro, es decir, cobijar al deseo con ternura, con amorosidad, aunque también a ratos devenga abismo, lo desconocido, lo caótico.
Para terminar, subrayo el importantísimo gesto editorial de Ginecosofía y quienes hacen posible que la poesía de Susy Shock haya cruzado la cordillera. Esta compilación se llevó a cabo a partir del libro “Realidades, Poesía reunida” (Editorial cooperativa Muchas Nueces, 2020) en donde se recopilan los tres primeros libros de Susy: “Revuelo Sur”, “Poemario trans pirado y “Relatos en Canecalón”, junto a poemas inéditos y obras de León Ferrari. La presente muestra fue seleccionada por la escritora, investigadora social y partera tradicional Pabla San Martín y editado y revisado por Meli Wortman, constituyendo el tercer volumen de la colección de poesía feminista de la mentada Ginecosofía. Por lo tanto, se hace carne el imperativo que enunciara Butler de “una coalición multirregional y multilingüe” que sume nuevas maneras de concebir alianzas que le hagan frente a las diversas formas de opresión que detenta el poder, y qué necesario y esperanzador que sea esta vez con la pluma de quienes están “haciendo la poesía de los nuevos tiempos”, los tiempos que permitan abrazar y dejarse abrazar, desde la orilla, la vereda, la provincia, la infancia como una potencia, una forma de ver (según sostiene la editorial Muchas Nueces), y el agradecimiento tierno y furioso.
Notas referenciales:
Butler, Judith. Marzo, 2019. Revista de la Universidad de México (UNAM). Género/Dossier.
Preciado, Paul B. 2020. Yo soy el monstruo que os habla. Informe para una academia de psicoanalistas. Barcelona. Nuevos cuadernos Anagrama. Pág. 19.
Shock, Susy. 2011. Poemario trans pirado. Argentina. Ediciones Nuevos Tiempos.
Rodríguez, Claudia. 2015. Dramas pobres. Chile. Ediciones del Intersticio. Pág. 70.
Eltit, Diamela. 2003. Presentación de Abyecta, de Elizabeth Neira. Buenos Aires, Argentina. Abyecta / Hard Core Hotel, Milena Caserola. 2da Edición, 2008.
Preciado, Paul B. 2020. Yo soy el monstruo que os habla. Informe para una academia de psicoanalistas. Barcelona. Nuevos cuadernos Anagrama. Pág. 39.
Lemebel, Pedro. 1996 (1ª Edición). Loco afán. Crónicas de Sidario. Santiago de Chile. LOM Ediciones. Pág. 85.
Elmes, Jota. 2021. Cuestionario para Festival Internacional de la Feria del Libro de Ñuñoa. Santiago, Chile.

Florencia Smiths
San Antonio, 1976. Poeta y profesora de Castellano. Ha publicado El margen del cuerpo (2008), La ciudad No (Economías de guerra, 2009), La velocidad de la caída (Ediciones Inubicalistas, 2014), Estética del tajo (Pez espiral, 2017) y Estudios sobre la distancia (Pez espiral, 2018). Ha participado en diversas antologías, revistas y festivales, tanto en Chile como en el extranjero: CHILE-POESÍA (2003, 2008), Descentralización poética (2009), CONRIMEL (2010), Música & poesía en S.U.S.I. (Interkulturelles Frahuenzentrum) y en MARKTHALLE NEUN (Berlín, 2013). Asimismo, ha participado de lecturas poéticas junto a músicxs en Planta Alta y Villa Aurelia (Paraguay, 2013), A cielo abierto (2016), FIP Santiago (2018) y el Festival PM III (2018), entre otros. Últimamente, ha sido incluida en dos antologías de poetas chilenas: Tanto fervor tiene el cielo (Cohuiná cartonera, México, 2020) y Cuerpos desiguales (Ediciones Universidad de Talca, 2021).