¿Bajo qué sistema queda anclada la asociación mujer + tareas de cuidado (criar+limpiar)? ¿Qué otros formatos para garantizar la reproducción de la vida podemos imaginar y poner en acción?
Si es el ámbito lo que define la práctica, entonces lo doméstico arma un combo: criar y limpiar. Si la práctica no está sujeta a personas, es el espacio lo que define: las tareas domésticas se realizan en el reducto “casa”. De ahí el encierro, el ahogo.
Fácilmente podríamos enumerar un conjunto de tareas domésticas que se desarrollan en cualquier casa todos los días. Pero si tuviéramos que definir en qué consiste criar, la lista sería infinita y menos obvia: se define entre lo ideológico, lo aprendido, las costumbres, lo posible y lo deseable para cada familia.
De cualquier modo, somos las mujeres –en la gran mayoría de los casos y la mayor proporción de horas, aún en el siglo XXI– las encargadas de ese 2×1 incuestionado. Porque mientras cuidas, pones el lavarropas y cocinas. Mientras ayudas con la tarea (escolar) doblas la ropa, y cuando se sientan a ver la tele limpias el piso. Está visto que las mujeres somos multitarea y podemos hacer foco en muchas acciones por vez. Siempre las mujeres –aún si la casa o les hijes no son nuestros y el trabajo es pago–.
¿Cómo hacemos para encarar ese sinfín de acciones múltiples sin morir del agotamiento? Está estudiado que cuando se registraron sistemáticamente las labores de la mujer madre/cuidadora/encargada de la casa, no cabía la cantidad de tareas en 24 horas (suponiendo que la persona es casi un robot, que no descansa); de ahí que sea necesario planificar estratégicamente y entregarse a la multitarea. (D’Atri, Andrea (2004). “Feminismo y marxismo. Más de 30 años de controversia”, en Lucha de Clases #4, y Hartmann, Heidi (1980). “Un matrimonio mal avenido: hacia una unión más progresiva entre feminismo y marxismo”, en Zona Abierta #2.)
Además, en el caso de bebés y niñxs pequeñxs, la noción de disponibilidad (de la persona a cargo del cuidado) es constitutiva de la subjetividad infantil. Por eso, no es lo mismo habitar el mismo espacio que lxs bebés, de manera segura, atenta y tranquila, que mirar a un bebé mientras se realizan tareas domésticas. Es imposible equiparar el cuidado de una persona que está verdaderamente ahí, concentrada en la observación, en la atención, en el afecto, que ir por la casa entrando y saliendo de ambientes, atendiendo muchas cuestiones a la vez. Luego, cuando las personas crecen, esa cualidad muta en otro tipo atenciones.
Esta posición de ser madre y ama de una casa, ¿dónde nos deja como sujetas?
Algunas teóricas feministas han dejado claro el papel de las mujeres en la ecuación capitalista: no hay producción sin reproducción de la mano de obra, pero tampoco sin reproducción de lo que hace posible el día a día: las tareas de cuidado.
Estas batallas tienen distintos terrenos donde disputarse: sin duda, en su campo material específico (lo doméstico), pero muchísimo más dentro de las políticas públicas (lo público). Qué elaboración para el desarme de tradiciones y mandatos se puede conquistar pero también, y de forma masiva, qué opciones reales de ejercer ciudadanía se pueden reclamar (licencias familiares, renta básica universal, espacios gratuitos de cuidado para bebés y niñxs, etc.). Además resta repensar qué valoraciones (lo simbólico) podemos asignar a las tareas de cuidado (“yo no trabajo”).
¿Bajo qué sistema queda anclada la asociación mujer + tareas de cuidado (criar+limpiar)? ¿Qué otros formatos para garantizar la reproducción de la vida podemos imaginar y poner en acción?
Meter en la misma bolsa lavar el inodoro que acompañar emocionalmente a les hijes, o ir a una reunión escolar de familias que pensar qué libros acercar a mi hije en determinado momento, es amasijar la experiencia de criar. Y es insultante para las infancias.
La crianza es una tarea muchísimo más ardua, extenuante, duradera y desafiante. Y, al mismo tiempo, criar puede convertirse en una tarea gozosa, que convoca a desplegar la creatividad y el afecto, la imaginación y muchas capacidades intelectuales. En un mundo que no cuida, cuidar puede ser revolucionario.
Tanto la maternidad como los cuidados son experiencias centrales de nuestra vida social: cuidamos, nos cuidan y muchas veces ambas cosas al mismo tiempo. Actualmente, mientras tratamos de colocar a los cuidados en el centro de la vida política y económica, desasociar limpieza y crianza podría parecer un exceso. Pero si venimos a cuestionarlo todo, esta es una gran oportunidad para reconocer y valorar qué significa criar y qué potencialidades conlleva. Pensar la crianza como arte y no como una actividad doméstica parece ser la punta del ovillo.
Texto: Carolina Irschick
Ilustración: Clara Lagos