GINECOSOFÍA presentó «Los diarios del cáncer», de AUDRE LORDE, en Santiago de Chile

30/11/2019 – Plaza Yungay

Queremos agradecer a todxs lxs que asistieron a la presentación del libro Los diarios del cáncer, de Audre Lorde. Tuvimos el privilegio de compartir y escuchar a las compañeras del laboratorio comunitario para mujeres negras y afrodescendientes @negrocentricxs , y a Yolanda Aguilar Urizar, antropóloga feminista fundadora del Centro de Formación-Sanación e Investigación Transpersonal Q’anil de Guatemala.

Desde Ginecosofía estamos muy felices de aportar con la publicación de este libro en este momento crucial de transformaciones, con una cuarta ola del feminismo cada vez más grande y una América Latina revolucionada. También queremos agradecer a la Asamblea Autoconvocada de Vecinxs del Barrio Yungay por su activismo y compromiso en la transformación social.

Aún tenemos mucho trabajo por delante: seguir profundizando en lo que significa ser mujer, negra, mestiza, pobre, lesbiana, madre y padecer una enfermedad o un cáncer de mama –que es la principal causa de muerte por cáncer en mujeres–. En esos caminos transcurrió la vida de Audre, que se refleja en sus diarios de hace ya 40 años. Pareciera que las cosas no han cambiado mucho. Aun así, este tesoro que nos dejó escrito es una inyección esperanzadora de poesía y fortaleza para seguir en la lucha que nos queda por delante. ? #ginecosofia #audrelorde #editorialfeminista #feministaantiracistaydecolonial

Fotografías de @marianasandina


Les dejamos un texto de nuestras compañeras Melisa Wortman y Verónica Gelman, parte del equipo de Ginecosofía, revisoras y pinceladoras de esta edición, y además compañeras de crianza y quehaceres, que viven en Argentina y estuvieron acompañándonos en la cercanía de estas palabras:

No hay ninguna diferencia entre aquello de lo que un libro habla y cómo está hecho.
G. Deleuze & F. Guattari
Mil mesetas

Desde que Pabla tuvo la intuición de que este libro guardaba mucha potencia entre sus páginas hasta hoy, que están ustedes ahí, juntas, tomando las calles, los espacios públicos, gritando su digna rebeldía, pasaron muchas cosas. En nuestras vidas personales y en nuestras vidas comunitarias, pues cuál es la diferencia realmente. Y en estos tránsitos, de modo poético y también muy claro y directo, Audre nos acompañó a cuestionar desde nuestra praxis el contexto, a crecer en nuestro modo de habitarlo y crearlo. Cuando una cree que lo personal es político y lo laboral es político, hacer un libro como este implica involucrarse entera. Cuando empezamos a revisar esta traducción, éramos dos amigas empezando a vivir juntas en una casita en un valle de Córdoba, en el centro de Argentina. Una de nosotras estaba gestando su primer hijo. Pabla nos visitó. Terminamos la revisión una noche del medio del invierno, emocionadas, conmovidas, por las palabras de Audre sobre el dolor como oportunidad y la importancia de una red de mujeres que te abrace siempre, entre otras cosas. Al día siguiente, el hijo de nuestros días empezó a venir. Y así lo recibimos, tres mujeres haciendo juntas lo más fácil y difícil del mundo, sin médicos ni anestesias, en una situación llena de sensaciones extremas: el miedo, un nuevo y desconocido amor infinito, la intensidad total de los ciclos de la vida-muerte-vida en un instante, el dolor y el goce, nuestro nacer otras con él. Un cuerpo danzando con otros cuerpos, dando luz a una vida, desbordado y herido, asustado y radiante, como símbolo de cómo elegimos vivir nuestra vida. Audre nos había invitado a esa reflexión: el cuerpo como territorio de disputa y por ello también de resistencia en la autonomía. Los primeros días del bebé fueron los días en que diseñamos el interior del libro, entre pañales y cortas horas de sueño. Mientras tanto, la ilustración y el diseño de tapa se cocinaban a 900 kilómetros, en Buenos Aires. La situación extrema de vislumbrar la propia finitud, las crisis, el miedo, nos llevan a preguntarnos cómo hemos estado viviendo –en un mundo que nos impone parámetros de salud, belleza y vínculos a medida de las empresas y el lucro económico–; qué acciones, qué hábitos, qué pausas o velocidades, qué cambios y prioridades podemos dar a nuestra vida para que ande la senda del buen vivir; qué decisiones difíciles estamos dispuestas a tomar; a qué prácticas renunciaríamos y por cuáles daríamos la vida. La dimensión de esa autonomía nunca es individual sino que se despliega en el arco de lo íntimo a lo social, de un cuerpo y una casa a un país, a un mundo entero. Develar los modos en que las pedagogías de la crueldad intervienen en nuestros cuerpos y crear modos vitales de habitarlos es una tarea imposible de hacer en soledad. Lo saben ustedes, compañeras, columna vertebral de una Latinoamérica que hoy, con el pecho abierto y el dolor a flor de piel, está enfrentándose a tantas heridas y escarbándolas hasta sacar de ahí la potencia del cambio posible y deseado. Reconociendo el dolor de una crianza para la competencia estamos encontrando el deseo y el gusto de construir desde la cooperación. Tan grande ha sido el ensañamiento sobre nuestros cuerpos, nuestra salud, nuestro deseo, que aún más grande será la ternura que de esa herida surgirá para mejorarnos la vida, los vínculos, los modos de producción, los modos de consumir sin consumirnos, de habitar los territorios respetándolos y reinventándolos. Ojalá la palabra y la poesía de estas mujeres inspiración sean un hilito más de una trama resistente y bella que empezamos a tejer entre todas cuando decidimos ampliar nuestra mirada, abrir nuestra consciencia, ver a la compañera y vernos a nosotras mismas como hebras a cuidar, todas esenciales en su diversidad para la integridad del tejido. Que nuestros gritos de rabia nos sigan acercando, que las lágrimas hagan fluir la ternura, sabiendo que estar así, juntas y a ojos abiertos, es de por sí un enorme gesto de rebeldía.